jueves, 24 de mayo de 2012

Por la Ruta del Quijote


Hasta hoy, sin duda, muchos aún no concuerdan para reconocer los lugares específicos que sirvieron de inspiración para que Miguel de Cervantes escribiera las aventuras de "El Ingenioso Hidalgo de Don Quijote", sin embargo cualquiera que haya sido la ruta que imaginó, parece que la mayoría de las aventuras se dan cita en el actual territorio de Castilla-La Mancha. Gracias a las infinitas e incansables coordinaciones de mi prima Marisa, mi hijo y yo pudimos recorrerlo en extenso partiendo por la hermosísima ciudad amurallada de Toledo, que tendrá una entrada aparte, no sólo porque la merece, sino porque es un capítulo muy importante de mi viaje y de mi conexión con España.
Allá vamos entonces... salimos desde Retuerta del Bullaque muy temprano, el clima amenazante con un cielo tapizado de nubes grises y blancas no nos detuvo, por el contrario, y una vez tuvimos los bocadillos y bebestibles dentro del auto, todos los viajeros aseguramos cinturones y partimos tras una huella que atravesaba los campos manchegos por donde decenas de toros pastan ingenuos hasta tener el peso suficiente para ser finalmente desafiados por un torero y su traje de luces. "Estos son de Ortega Cano" dijo mi prima, mientras yo los imaginaba en un primer plano entrando agitados a un ruedo, a la vez que una Rocío Jurado entonaba "ese hombre que tu ves ahí" en alguna parte más profunda de mi cabeza. (Conexiones y trucos que hacen mis neuronas, nada en qué detenerse con mayor profundidad)
La senda era generosa y nos regalaba innumerables rotondas, unas praderas de colores verdes intensos que contrastaban con un arcillosa tierra de alcornoques (el árbol de donde se obtiene el corcho) enteros y podados. Al final de la sierra, se apreciaba el que ahora sé que se denomina Cerro Calderico, donde comienzan tímidamente a vislumbrarse los molinos. Sin duda, estamos llegando a Consuegra (vaya nombre).
Consuegra es un pueblito pequeño, donde se encuentran 12 molinos de vientos, típicos de La Mancha y probablemente los que se encuentran mejor conservados, junto a los cuales se ubica el Castillo de La Muela construido entre los siglos X al XIII, esos años que para nosotros los chilenos son tan difíciles de comprender y asimilar. Apenas llegamos nos vislumbra la vista de estos molinos bautizados con ingeniosos nombres que cobran vida en El Quijote ( El Sancho, El Rucio, El Bolero y el Chispas, solo por nombrar algunos) y obviamente entramos a uno de los cuatro que todavía conservan la maquinaria de esas épocas. Desde allí comprendo que el azul que en Chile conocemos como "paquete de velas", es en realidad el azul de esta región de La Mancha, el que resalta aún más cuando es contrastado con el blanco que ahora ilumina un sol maravilloso que recibimos con gratitud sobre nuestras espaldas. Subimos y bajamos senderos rodeando estos maravillosos molinos, a la vez que nos acercamos cada vez más al Castillo. Mi hijo y sobrino van respondiendo las preguntas que mi prima en formato de trivia les hace sobre El Quijote. " Como se llamaba el burro de Sancho?" dice ella mientras los primos responden dubitativamente "mmm no es Rocinante mmmm, Rucio!" y yo muero de verguenza por no recordar con nitidez el episodio de los molinos. (Usted tampoco? no se preocupe, gracias a las maravillas de internet le dejo ese VIII capitulo en este link en caso que desee recordar esas peleas en las cuales el Quijote creía pelear con gigantes http://www.elmundo.es/quijote/capitulo.html?cual=8  )
Así, sin darnos cuenta recorro todos los recovecos del Castillo La Muela, me sorprende ver que unos niños pequeños con vestimentas medievales se encuentran recorriendo y protagonizando alguna obra literaria mientras su guía, vestida de manera similar, los acompaña en cada minuto informándolos sobre la historia del lugar. "Así, yo también habría aprendido historia", pienso mientras recuerdo a uno de mis ex profesores que entonces actuaba como un resentido social con nosotros y que nunca nos dedicó un minuto de su escasa vocación. ( Que ironía, ahora que recuerdo su apellido es muy ad hoc a esta ruta del Quijote, como olvidarte Sr. Toledo ; )
Nuestro próximo destino Puerto Lápice, pueblo de 1.000 habitantes que en los 1500s sólo constaba de algunas posadas(ventas) para hospedaje de los caminantes. Es ahi, en  el siglo XVI  cuando, Cervantes describe este lugar, y donde un trastornado Quijote vive muchas de sus aventuras en una posada y, por supuesto, entramos en una de ellas, la que se supone es la locación inspiradora del capítulo donde al Quijote lo nombran Caballero. Hermoso lugar, lleno de azulejos y objetos campestres que acá son usados de decoración, algunos locales ofrecen el producto de la zona: el aceite de oliva que si no pesara tanto me habría traído en chuicas. Ya era hora, decidimos detenernos y almorzar. Uf, los recuerdos de esa tortilla de patatas que Faustino, el esposo de mi prima, preparó para nosotros, me produce muchísima nostalgia... Mientras mastico lentamente saboreando tan majestuosa mezcla de sabores leo el nombre de un restaurant frente a la plaza: "Aldonsa". Ante la imposibilidad de hablar con mi boca llena y ya que llevamos 3 semanas conviviendo con mi hijo, él me interpreta y me responde lo que quiero saber "ese es el verdadero nombre de Dulcinea", me explica, mientras logro tragar las últimas papas cuyo sabor aún puedo recordar tridimensionalmente (les pasa que pueden recordar algo con sus olores?) . "Pucha que sabe wevás mi hijo" me digo con autocomplacencia.

Ultima parada, Tembleque. ( A esta altura los nombres que escucho ya no me sorprenden y de hecho, me hacen más fácil el recordar detalles de nuestra travesía). Tembleque fue romanizada en el 193 a.c. (si ANTES de Cristo) y nos dirigimos al punto de máximo interés turístico de la ciudad, si no el único, su Plaza Mayor. Esta construcción fue diseñada para cumplir una doble función, la urbanística y centro de la vida de la población y la de plaza de toro. A mi me parecía increíble imaginar lo precario del lugar y cómo 4 tablas probablemente separaban los toros y el público. Siento una gran felicidad de estar en esa plaza ahora que está vacía y que podemos escuchar a mis sobrinos jugar y reirse en los juegos contiguos a la iglesia del pueblo. No hay un alma extra, solo nosotros y me pongo a caminar en círculos en la tierra....y de repente evoco cuando tenía como 16 años y recuerdo muy vívido el caminar, también en círculos, por mi sala de clases tratando de memorizar la primera página del famoso e interminable libro del Quijote. " En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme..." partía con inspiración, sin pensar que 25 años después llegaría a España con mi hijo que ahora tiene esa edad y recorreríamos juntos la Ruta del Quijote mientras escribíamos nuestra propia historia.

3 comentarios:

  1. me encanta leer tus aventuras amiga mia....si hasta el señor Toledo salio al baile...jajajaja...

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  2. profe sin duda me sentí transportado a la ruta del Quijote, espero con mucha ganas leer la entrada dedicada a Toledo ya que gracias a Dios tuve la posibilidad de visitar en mi estadía en España,:D

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  3. Toña amiga querida;es emocionante leer tus relatos,hermosas las fotos.Gracias por dejarnos entrar "Sin golpear"
    Un abrazo

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