domingo, 8 de abril de 2012

La maleta


Hace muchos años cuando todavía irme de camping por el fin de semana con amigas y dormir en carpa no se convertía en una tortura, recuerdo haber partido en un auto station absolutamente repleto de cosas, la mitad de las cuales nunca usé pero me parecía imposible desprenderme de ellas.  Recuerdo habérmelas ingeniado para llevar desde un secador de pelo hasta un microondas, por si acaso.  Con el tiempo, conforme mis experiencias de viaje fueron aumentando y a medida que las restricciones de las líneas aéreas fueron poniéndose cada vez más antipáticas, tuve que aprender a alivianar la carga, lo que me puso siempre muy nerviosa porque recurrentemente sentía que me faltaba algo. Por suerte, hace un par de años leí un consejo de Alberto Plaza en relación a cómo hacer las maletas de manera efectiva. Desde entonces utilizo su técnica y es infalible. Empaca tu maleta una semana antes, así tendrás tiempo de encontrar y lavar lo que no estaba listo, déjala lista como para salir arrancando en caso de temblor. El resto de los días los tienes para verificar tus documentos (que el pasaporte esté al día, siempre llevar un lápiz para llenar los formularios de policía y aduana, sacar el certificado de los niños, que el recibo de la conferencia, los vouchers del hotel, etc..) y tres o dos días antes debieras chequear el estado del tiempo en el lugar del destino y retirar al menos dos tenidas completas de las que llevas además de un par de zapatos que pienses que usarías menos. Es increíble como la maleta tomó forma y bajó de volumen y con esa anticipación no se te habrá olvidado nada,
Por suerte no es primera vez que viajo sola con mi hijo, así que es el un "crá", hoy sacó su mochila y se demoró exactamente 10 minutos en tener todo listo y aún le sobra espacio. Lo amo! Debe ser ese sentimiento de inmortalidad que tienen los adolescentes que lo hagan poder prescindir, al menos mentalmente de un millón de cosas. Por mi parte tengo la silla llena de cosas, me complica el ir mezclando pega y vacaciones porque son distintos tipos de ropa los que necesito. Además como es media estación puede que llueva o puede que esté soleado, así que no puedo planificarlo todo y eso para una "control freak" como yo, es simplemente estresante. Mi meta es que todo entre en una mochila, todo, incluída la bolsita de remedios porque dudo que en Italia sepan entender lo que son las pastillitas de carbón ; )

viernes, 6 de abril de 2012

A una semana


Marraquetas con palta y té abrigaban una tarde típica de invierno serense. Mis viejos habían llegado un poco tarde y quizás por eso recuerdo que mi apetito era especialmente voraz. Mi hermano de 12 en ese instante y yo con 9 seguíamos siendo regaloneados por mi abuelita quien sorbeteaba su té sin azúcar hiper caliente, como le gustaba, sin dejar de preguntarnos cada 5 minutos si queríamos algo más.
En eso estábamos cuando mi papá anunciaba que nos tenían una sorpresa. Mi mamá lo retó de manera inmediata, porque al parecer debían guardar la noticia un tiempo más. "Para vacaciones de invierno, nos vamos a Disneyworld", dijo él, sin sospechar que esas palabras cambiarían para siempre mi vida. Desde ese momento en que la ansiedad y la ilusión infantil hicieron una trenza con mis tripas, nunca más pude dejar de valorar el sentido profundo y real que los viajes le entregarían a  mi vida.
Quizás por eso, he intentado repetir la experiencia en familia y darles a mis hijos las mismas sensaciones que experimenté en mi vida. He intentado enseñarles a viajar, en vivo y con la mente, he tratado que entiendan que no es necesario tener plata sino ganas y sobretodo sueños para entender que los viajes son aprendizajes que nos permiten tener opinión mirando más allá de nuestras narices, los que más tarde se transformarán en infinitos recuerdos que no solo podrán ser evocados cada vez que lo deseemos, sino que además tienen la magia de unirnos para siempre.
Por eso comienzo hoy este nuevo blog, a una semana de cruzar el Atlántico sin otra compañía que la de mi hijo. Mañana comenzaremos a hacer la maleta donde llevamos un cargamento de ansiedad, emoción, miedos y muchísima gratitud. A Europa los boletos!