viernes, 6 de abril de 2012

A una semana


Marraquetas con palta y té abrigaban una tarde típica de invierno serense. Mis viejos habían llegado un poco tarde y quizás por eso recuerdo que mi apetito era especialmente voraz. Mi hermano de 12 en ese instante y yo con 9 seguíamos siendo regaloneados por mi abuelita quien sorbeteaba su té sin azúcar hiper caliente, como le gustaba, sin dejar de preguntarnos cada 5 minutos si queríamos algo más.
En eso estábamos cuando mi papá anunciaba que nos tenían una sorpresa. Mi mamá lo retó de manera inmediata, porque al parecer debían guardar la noticia un tiempo más. "Para vacaciones de invierno, nos vamos a Disneyworld", dijo él, sin sospechar que esas palabras cambiarían para siempre mi vida. Desde ese momento en que la ansiedad y la ilusión infantil hicieron una trenza con mis tripas, nunca más pude dejar de valorar el sentido profundo y real que los viajes le entregarían a  mi vida.
Quizás por eso, he intentado repetir la experiencia en familia y darles a mis hijos las mismas sensaciones que experimenté en mi vida. He intentado enseñarles a viajar, en vivo y con la mente, he tratado que entiendan que no es necesario tener plata sino ganas y sobretodo sueños para entender que los viajes son aprendizajes que nos permiten tener opinión mirando más allá de nuestras narices, los que más tarde se transformarán en infinitos recuerdos que no solo podrán ser evocados cada vez que lo deseemos, sino que además tienen la magia de unirnos para siempre.
Por eso comienzo hoy este nuevo blog, a una semana de cruzar el Atlántico sin otra compañía que la de mi hijo. Mañana comenzaremos a hacer la maleta donde llevamos un cargamento de ansiedad, emoción, miedos y muchísima gratitud. A Europa los boletos!

2 comentarios:

  1. Que entrete yo te acompañare en tu viaje Puchas tantas veces y nunca ne ha resultado ir contigo en vivo y en directo Snif te acompaño igual....

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  2. que mejor herencia para tu hijo!!!

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